Casi sin darnos cuenta las plantas forman parte de nuestras vidas en cada actividad que realizamos, desde que nos despertamos entre sábanas de algodón, el desayuno con mate, hasta dejar una nota escrita en un papel. Debido al uso que les damos a las plantas, les fuimos asignando categorías: alimenticias, forestales, ornamentales… y aquellas sin utilidad aparente o que resultaron molestas para la agricultura o las actividades humanas, quedaron dentro de la categoría de “malezas”.
Si bien el significado del término malezas tiene una connotación negativa, existen antecedentes bibliográficos de publicaciones acerca de “yuyos” o malezas comestibles tanto en Argentina como en diversos países del mundo. Actualmente se estima que la mayor parte del comercio mundial de plantas comestibles involucra cerca de 110 especies, lo que representa menos del 1 % de las especies con potencial alimenticio, ya que existen más de 17.000 especies comestibles (incluidas las “malezas” y especies de la flora espontánea).
En un equipo integrado por docentes y estudiantes de la Facultad de Ciencias Agrarias de Balcarce (UNMdP), profesionales de la Agencia de Extensión Rural e INTA Balcarce y la Licenciada en Nutrición Anahí Dajil (M.P. 4467), se comenzó a trabajar para conocer y fomentar el consumo de determinadas especies consideradas “malezas” en el sudeste bonaerense. Algunas especies de malezas comestibles en el Sudeste Bonaerense son: “mastuerzo”, “capiqui”, “lengua de vaca”, “verdolaga”, “ortiga”, “diente de león”, “cerraja”, “quinoa”, “cardo negro”, “cardo de Castilla”, “achicoria silvestre” y “nabo”, entre otras (recordemos que estos son los nombres comunes que se les dan en nuestra zona, pero que pueden variar en otros lugares del país, aunque cada especie posee un nombre específico, único e invariable a nivel mundial, escrito en latín).
Estas especies pueden utilizarse de acuerdo a sus características en distintos tipos de preparaciones como por ejemplo crudas (ensaladas, en pizzas, waffles salados, omelettes), cocidas (buñuelos, tortillas, rellenos de tartas, empanadas, canelones, sorrentinos, purés, budines, medallones de vegetales), encurtidas, o en jugos naturales.
Se deben tener en cuenta una serie de recomendaciones para recolectar y consumir especies de crecimiento espontáneo: de ser posible, utilizar guantes para evitar lastimaduras y picaduras, recolectar plantas en lugares naturales y cuidados, evitando recolectar cuando hay presencia de animales o fuentes de contaminación (residuos cloacales, basurales, aguas contaminadas, lugares de mucho tránsito).
Luego de recolectarlas se recomienda desinfectar las plantas, con una mezcla de 3 a 5 gotas de lavandina concentrada por litro de agua, y sumergirlas durante 15 minutos, evitando incluir grandes cantidades a la vez. Luego, retirar las plantas y lavarlas con abundante agua de canilla antes de utilizarlas. Si vamos a incorporar especies nuevas a la dieta, se recomienda probar la tolerancia con pequeñas cantidades de la misma para evitar posibles malestares gastrointestinales o alergias, y ante la duda sobre la identificación de una especie, recomendamos consultar con profesionales.
El consumo de estas especies fomentaría la autosuficiencia alimentaria, tanto en términos de variedad de alimentos con sus respectivas propiedades nutricionales, como así también en la accesibilidad a los mismos. ¿Ya te preguntaste si hay plantas en tu jardín que podrías incluir en la ensalada?
Equipo “Malezas comestibles” (Unidad Integrada Balcarce).
Lic. Anahí Dajil, Giuliana De Nucci (estudiante de Ing. Agr.), Dra. Alicia López, Ing. Agr. Patricia Diez de Ulzurrun, Ing. Agr. Liliana Viglianchino, Ing. Agr. Ramona Palmieri, Ing. en Alim. Sebastián Ortiz Miranda. @paty_diez_de_ulzurrun, @malezas.fca.balcarce, @alilopezmendez, @latanagd @anahidajilnutricion Facultad de Ciencias Agrarias de Balcarce (UNMdP) Lic. en Nutrición Anahí Dajil M.P. 4467 (Instagram: @anahidajilnutricion y Facebook Anahí Dajil Nutrición) Agencia de Extensión de la Estación Experimental del INTA Balcarce